domingo, 27 de febrero de 2011

LOS VALORES QUE HACEN GRANDE A UN PAÍS
NACEN EN LA FAMILIA
 
Escrito por: Pbro. Fabricio Seleno Calderón Canabal.

Hace ya varios años que algunos sectores de la sociedad civil y el Gobierno federal firmaron “El Compromiso de Fomento a la Unidad de la Familia”, con el cual se establece la conmemoración del Día de la Familia, que se celebra desde entonces cada primer domingo de marzo.

La finalidad principal de este compromiso es instituir como tradición el día de la familia para transmitir los valores representativos de la misma, involucrar al mayor número de sectores posible (gobierno, escuelas, universidades, empresas, medios de comunicación, etc.) y poder generar mayor conciencia en todos los sectores de la sociedad para resaltar la trascendencia de la familia y edificar una cultura favorable hacia ella.

El día de la firma del acuerdo, el entonces presidente de México, Vicente Fox, calificó como una idea estupenda la celebración del Día de la Familia, «una causa que todas y todos los mexicanos vamos a ser nuestra, porque la familia es la fortaleza de la nación».

«Fortalecer a la familia es fortalecer a México», pues en ella aprendemos la importancia de la solidaridad y el respeto, el amor y el cariño que une a la familia.

En efecto, la Iglesia de México reconoce y proclama con alegría el valor de la Familia, convencida de que el bienestar de la persona y de la sociedad humana y cristiana está estrechamente ligado a la prosperidad de la familia.

«La familia constituye uno de los tesoros más importantes de los pueblos latinoamericanos. Ella ha sido y es escuela de la Fe, palestra de valores humanos y cívicos, hogar en que la vida humana nace y se acoge generosa y responsablemente. Por lo tanto, la familia es insustituible para la serenidad personal y para la educación de sus hijos».

En la Exhortación pastoral “Que en Cristo, nuestra paz, México tenga vida digna”, los Obispos mexicanos han insistido en la formación de la persona, de su mente y de su corazón, necesaria para erradicar la violencia y la crisis de inseguridad que vive nuestro país, afirmando que se requiere de instituciones que expresen y consoliden los valores de la paz. «La institución más inmediata al ser humano es la familia; ella es el núcleo natural y fundamental de la sociedad».

Si bien es cierto que no se puede potenciar el papel de la familia en la construcción de la paz en México simplemente con un día de celebración, la institución y celebración del Día de la Familia puede ser un momento importante para proponer e iniciar un conjunto de acciones y programas encaminados a fortalecerla.

La Iglesia reconoce que la familia es el valor más querido por nuestros pueblos, por eso muestra su preocupación por ella, convirtiéndola en uno de los ejes transversales de toda su acción evangelizadora, con la finalidad fundamental de que los padres y madres de familia tomen nueva conciencia de su gozosa e irrenunciable responsabilidad en la formación integral de sus hijos, responsabilidad que se desempeña día a día.

Siendo consciente de que en la familia se forja la identidad de los hombres y mujeres promotores de paz, justicia, solidaridad y honestidad en la sociedad, pues la familia es «vehículo privilegiado para la transmisión de aquellos valores humanos, culturales y religiosos que ayudan a la persona adquirir su propia identidad», la Iglesia acompaña día a día a las familias en su tarea educativa.

Ese acompañamiento se da a través de la Pastoral Familiar y de tantos movimientos y grupos apostólicos surgidos en el seno de la Iglesia que apoyan, fortalecen y acompañan a la familia para que pueda cumplir con su misión de dar la vida, de acogerla, cuidarla, protegerla promoverla desde su concepción hasta su ocaso natural.

Además la acción de la Iglesia a favor de la Familia ayuda a descubrir que el gran tesoro de la educación de los hijos en la fe consiste en la experiencia de una vida familiar que recibe la fe, la conserva, la celebra, la trasmite y testimonia.

«Fortalecer a la familia es fortalecer a México». Los grandes valores que hacen grande una sociedad, una ciudad, un país y a cada uno de sus habitantes tienen su cuna original en la familia: El respeto por la vida en todas sus formas y edades; la fraternidad, la solidaridad, el trato digno y justo para todos como iguales, el respeto por la autoridad, etc., son valores que brotan de la familia y necesitan de ella para subsistir.

El Papa Juan Pablo II afirmó claramente en la Exhortación Apostólica Potsinodal Familiaris Consortio que la familia «es la primera escuela de virtudes sociales». Por eso mismo, una sociedad que no cuida la familia reniega de sí misma y seca la fuente natural de la vida buena, ya que a través de la familia entra a la tierra ese aire fresco y saludable que al respirar nos llena de vida plenamente humana.
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