jueves, 10 de febrero de 2011

INTOLERANCIA RELIGIOSA Y ANTIRRELIGIOSA

Artículo escrito por:
Mons. Felipe Arizmendi Esquivel,
Obispo de san Cristóbal de las Casas.

 INTOLERANCIA RELIGIOSA Y ANTIRRELIGIOSA
9 de Febrero de 2011

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Tuvimos la reunión ordinaria cuatrimestral del Consejo Interreligioso de Chiapas, que integramos los obispos católicos del Estado y los representantes legales de diversas confesiones evangélicas. Uno de los puntos que siempre está en la agenda es analizar si hay casos de intolerancia religiosa, para ver qué podemos hacer y así colaborar a la paz y la fraternidad. Salvo casos muy puntuales, coincidimos en que no hay situaciones propiamente de intolerancia religiosa en Chiapas, sino conflictos intracomunitarios, por la tierra, la madera, por invasión de poderes y por divisiones políticas. Nuestro compromiso es trabajar por el respeto entre las diferentes confesiones, aunque muchas veces las decisiones de las asambleas ejidales nos rebasan; de todos modos, estamos convencidos de que debe haber no sólo tolerancia religiosa, sino fraternidad cristiana y evangélica.

Por otra parte, hablamos también en el Consejo Interreligioso que hay sectores de la sociedad, particularmente legisladores de diversos partidos, que son intolerantes y antirreligiosos, porque persisten en su postura de no permitir mayor libertad religiosa para los ciudadanos y para los ministros de culto. Por ejemplo, no toleran que se puedan cambiar las leyes que nos impiden poseer estaciones de radio o de televisión; se resisten a quitar los impedimentos legales para que podamos difundir nuestra fe sobre posturas de gobernantes, de partidos o de sus candidatos a puestos públicos que están en contra de nuestro credo. Nos tachan de meternos en lo que no nos compete. Nos amenazan de llevarnos a los tribunales porque dicen que violamos el Estado laico. No quieren abrir las puertas; parecen temerle a la libertad, aunque hablen de democracia.

JUZGAR

El Papa Benedicto XVI, en su mensaje para la Jornada Mundial de la Paz de este 1 de enero, advierte: “Se siguen constatando en el mundo persecuciones, discriminaciones, actos de violencia y de intolerancia por motivos religiosos”. Habla de lo que sucede en países de Asia y Africa, pero que se puede aplicar a algunos casos entre nosotros: “Las víctimas son principalmente miembros de las minorías religiosas, a los que se les impide profesar libremente o cambiar la propia religión a través de la intimidación y la violación de los derechos, de las libertades fundamentales y de los bienes esenciales, llegando incluso a la privación de la libertad personal o de la misma vida”. Cuando esto suceda entre nosotros, no lo podemos tolerar ni aprobar, mucho menos incentivar. Si grupos católicos no permiten que minorías protestantes vivan conforme a su fe, cometen un abuso arbitrario, que nuestras diócesis no promueven ni solapan. Esperamos que, donde predomina otra confesión no católica, no haya intolerancia contra los católicos, ni de unos grupos evangélicos contra otros, como también sucede.

Dice el Papa: “Las minorías religiosas no constituyen una amenaza contra la identidad de la mayoría, sino que, por el contrario, son una oportunidad para el diálogo y el recíproco enriquecimiento cultural. Su defensa representa la manera ideal para consolidar el espíritu de benevolencia, de apertura y de reciprocidad con el que se tutelan los derechos y libertades fundamentales”.

Y agrega: “Se dan también formas más sofisticadas de hostilidad contra la religión, que en los Países occidentales se expresan a veces renegando de la historia y de los símbolos religiosos, en los que se reflejan la identidad y la cultura de la mayoría de los ciudadanos. Son formas que fomentan a menudo el odio y el prejuicio, y no coinciden con una visión serena y equilibrada del pluralismo y la laicidad de las instituciones”. Quienes dicen que, con mayor libertad religiosa, se viola el Estado laico, no han entendido lo que pedimos, ni lo que significa la democrática laicidad.

ACTUAR

Legisladores: ¡Abran las puertas a la plena libertad religiosa! No somos enemigos del Estado, ni de la sociedad. No ambicionamos poder político o económico. Sólo queremos más libertad, para que haya justicia, democracia y armonía social.
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