domingo, 14 de noviembre de 2010

MISIONEROS DE ESPERANZA

Escrito por: Pbro. Fabricio Seleno Calderón Canabal

El pasado viernes 12 de noviembre concluyó la XC Asamblea Plenaria de la Conferencia del Episcopado Mexicano, que, desde el lunes 8, reunió a 130 Obispos de México y contó con la presencia del Nuncio Apostólico, quien, como representante del Papa en México, es impulsor y promotor de la comunión entre las 91 diócesis mexicanas.

Durante la semana los obispos realizaron un trabajo de revisión y discernimiento para impulsar el compromiso de la Misión Continental Permanente surgida en Aparecida, Brasil, cuyo objetivo es llevar a las personas a un verdadero encuentro con Jesucristo.

Como lo vienen haciendo siempre que concluye una Asamblea Plenaria, los Obispos enviaron un Mensaje al pueblo de México, en el que invitan a mirar el futuro con esperanza y a colaborar en la reconstrucción del tejido social, de la justicia y de la paz.

Inicia este interesante documento con un saludo de los Obispos: «Los obispos de la Iglesia Católica que peregrina en México saludamos a los fieles católicos y a todas las personas de buena voluntad que esperan de la Iglesia una palabra y una presencia que alimente la esperanza. Deseamos que Cristo les acompañe en su caminar de cada día y los transforme en comprometidos constructores de la reconciliación y de la paz».

Después, los obispos expresan que esta Asamblea Plenaria les ha ayudado a compartir las variadas experiencias de la Misión Continental Permanente que se viven en cada diócesis y a descubrir los caminos del Espíritu para dinamizarla en sus procesos y estrategias. Toda esta actividad realizada en un ambiente de encuentro orante, reflexivo, fraterno y de serena esperanza.

«Cada vez que nos reunimos, revivimos la experiencia de los Apóstoles cuando, venidos de todas las iglesias, buscaban juntos respuestas que exigían los retos nuevos de la misión que su Señor les había encomendado. Al igual que ellos, nuestro principal motivo es anunciar, celebrar y vivir el estilo de Jesucristo, muerto y resucitado, en las actuales y retadoras circunstancias de nuestro tiempo».

Luego de reconocer que Jesús es la razón de ser de la misión y el camino que permite descubrir la verdad sobre el hombre y su futuro, los obispos afirman que «donde se planta bien el Evangelio, nace el hombre nuevo capaz de edificar una nueva sociedad».

«La primera invitación que Jesús hace a toda persona que ha vivido el encuentro con Él, es la de ser su discípulo, seguirlo y formar parte activa, comprometida y corresponsable en su comunidad. Como dice la Iglesia en Aparecida, en su mensaje final: "¡Nuestra mayor alegría es ser discípulos suyos! Él nos llama a cada uno por nuestro nombre, conociendo a fondo nuestra historia, para convivir con Él y enviamos a continuar su misión".

La Iglesia está llamada a repensar profundamente y relanzar con mayor fidelidad y audacia su misión en las nuevas circunstancias. Ante los nuevos retos, retomamos el llamado a ser misioneros de la esperanza, iluminados por la fuerza del Espíritu Santo en un nuevo Pentecostés, que nos da confianza y seguridad para vencer los miedos, temores y dificultades de nuestro tiempo.

Asumimos con renovado entusiasmo ser discípulos misioneros, viviendo y compartiendo el tesoro más preciado que es Cristo y su buena nueva de salvación. De igual modo, reafirmamos el compromiso de ser animadores de los procesos y estrategias de la misión permanente para que sea efectiva en cada una de las diócesis de nuestro país.

Les invitamos a vivir este tiempo de la Iglesia como tiempo del Espíritu Santo, Señor y dador de vida. Fijemos nuestra mirada en Jesucristo y reafirmémonos como discípulos y misioneros del amor de Cristo en estos tiempos, también de grandes oportunidades, para evangelizar la cultura emergente.

Dejémonos atraer con renovado asombro por el Dios revelado por Jesucristo. Nuestro testimonio más valioso es la fe que tenemos en Dios amor. Que esta fe- amor-esperanza se refleje en cada bautizado, en el modo de ser Iglesia en el mundo y en la renovación de las estructuras pastorales.

Los obispos estamos comprometidos a ser artífices de la comunión, viviéndola con nuestro presbiterio y nuestro pueblo. Todos somos requeridos a superar una pastoral basada en la repetición de acciones y en la improvisación; a implementar una pastoral creativa y audaz; a organizar las prioridades de nuestras diócesis y a cultivar una espiritualidad profética y de comunión. Es necesario, para ello, formarnos como discípulos y formar a todo el Pueblo de Dios para cumplir con responsabilidad y audacia estas tareas».

Así finaliza este Mensaje de los obispos de México, que nos invita a tomar conciencia de nuestro ser misioneros portadores de esperanza, rechazando la tentación de dejarnos dominar por el sentimiento de que poco o nada se puede hacer por transformar la situación que se vive en el país.

En el momento actual de la vida de nuestra Iglesia y de nuestro país, Dios nos llama a cumplir una misión. ¡Asumamos con valentía esta responsabilidad!
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