Escrito por: Seminarista Erik Enrique Silva Vázquez
Desde hace algunos días se ha escuchado la triste noticia de un conjunto de actos terroristas en Bagdad, capital de Irak, país que se encuentra al suroeste de Asia, país que fuertemente ha sido golpeado por la guerra en los últimos años y que vive actualmente una ola de violencia terrorista; violencia que tiene como blanco la pequeña comunidad cristiana católica. La mayoría de los iraquíes son musulmanes, profesan el islam. La comunidad cristiana es una minoría.
El atentado terrorista más siniestro que ha marcado a los cristianos fue el de la Iglesia de Ntra. Sra. del Socorro, en Bagdad, ocurrido el 31 de octubre pasado, en el que murieron 58 personas entre niños y adultos. Entre esas personas se encontraban tres jóvenes sacerdotes.
Posteriormente han ocurrido otros atentados que han provocado que los obispos iraquíes clamen auxilio y protección para su rebaño de parte de las autoridades. El grupo terrorista “Estado islámico de Irak”, vinculado al grupo Al Qaeda, es quien se atribuye estos atentados.
A pesar de haber cumplido ya casi la primera década del siglo XXI, y del gran desarrollo de la tecnología, las ciencias y el pensamiento humano, continúa la persecución contra aquellos que profesamos la fe en Cristo. Nuestros hermanos iraquíes son una comunidad muy vulnerable, ya que son como una gota en un inmenso mar.
El motivo por el cual se han realizado estas masacres, según quienes las han llevado a cabo, es dar a conocer a la comunidad internacional que en ese país no hay un orden político ni un gobierno estable que pueda salvaguardar la seguridad de sus ciudadanos.
Sin embargo, más allá de una situación política está la intolerancia contra aquellos que creen en Cristo. Actualmente los obispo iraquíes, refiriéndose tanto a ellos como a sus fieles, han dicho que el miedo está presente, pero que la fe y la esperanza los sostienen.
Ante esta situación se manifiesta la presencia de Dios en el mundo. Ese Dios que no abandona y que sostiene a aquél que es su testigo. También es una invitación a todos los cristianos católicos a elevar una oración intensa por nuestros hermanos que sufren persecución
En nuestro país estamos viviendo también una fuerte ola de violencia que quiere sembrar el miedo en nuestro corazón. Estos hechos son semejantes en cuanto que han muerto muchos hermanos inocentes. En Irak también han muerto personas inocentes, pero el punto de ataque son solamente los cristianos.
Elevemos nuestra mirada a Dios; abramos nuestro corazón al Dios de bondad y misericordia; permitamos a su divino Espíritu actuar en medio de la humanidad redimida. Todo lo queremos hacer sólo a nivel humano; hemos perdido la atención a nuestra parte divina, por consecuencia sacamos a Dios de nuestras vidas, por lo tanto, lo atamos de manos para ayudarnos.
En comunión con nuestros hermanos perseguidos, confiemos y oremos para que la armonía de la hermandad de la humanidad se haga vida en el mundo.
____________________________________________________________________