lunes, 29 de noviembre de 2010

ORACIÓN POR LA VIDA DEL PAPA BENEDICTO XVI


San Francisco de Campeche, Cam., 29 de Noviembre de 2010 (SIDCA).- En el marco de la Solemne Vigilia de Oración por la Vida naciente, al término de las primeras Vísperas del Domingo I e Adviento, y antes de dar la Bendición con el Santísimo, el Papa Benedicto XVI rezó una especial oración por la vida, en la que pide a Dios proteger toda vida humana, reconociendo su grandeza y dignidad. Presentamos a continuación el texto de la oración:

Señor Jesús,
que fielmente visitas y colmas con tu Presencia
la Iglesia y la historia de los hombres;
que en el admirable Sacramento de tu Cuerpo y de tu Sangre
nos haces partícipes de la Vida divina
y nos haces pregustar la alegría de la Vida eterna;
te adoramos y te bendecimos.

Postrados ante Ti, fuente y amante de la vida
realmente presente y vivo entre nosotros, te suplicamos.

Despierta en nosotros el respeto por toda vida humana naciente,
haciéndonos capaces de apreciar en el fruto del vientre materno
la admirable obra del Creador,
dispón nuestros corazones a la generosa acogida de todo niño
que se asoma a la vida.

Bendice a las familias,
santifica la unión de los esposos,
haz fecundo su amor.

Acompaña con la luz de tu Espíritu
las decisiones de las asambleas legislativas,
para que los pueblos y las naciones reconozcan y respeten
la sacralidad de la vida, de toda vida humana.

Guía la obra de los científicos y médicos,
para que el progreso contribuya al bien integral de la persona
y ninguno padezca supresión e injusticia.

Obsequia caridad creativa a los administradores y economistas,
para que sepan intuir y promover condiciones suficientes
para que las jóvenes familias puedan serenamente abrirse
al nacimiento de nuevos hijos.

Consuela a las parejas de esposos que sufren
a causa de la imposibilidad de tener hijos,
y en tu bondad provee.

Educa a todos a cuidar a niños huérfanos o abandonados,
para que puedan experimentar el calor de tu Caridad,
el consuelo de tu Corazón divino.

Con María, tu Madre, la gran creyente,
en cuyo vientre has asumido nuestra naturaleza humana,
esperamos de Ti, nuestro único verdadero Bien y Salvador,
la fuerza de amar y servir a la vida,
en espera de vivir siempre en Ti,
en la comunión de la Santa Trinidad.
Amén.
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