lunes, 20 de septiembre de 2010

HOMILÍA DE MONS. RAMÓN CASTRO CASTRO

DOMINGO XXV DEL TIEMPO ORDINARIO
19 de Septiembre de 2010


Del Evangelio según san Lucas 16,1-13:

«En aquel tiempo, Jesús dijo a sus discípulos: “Había una vez un hombre rico que tenía un administrador, el cual fue acusado ante él de haberle malgastado sus bienes. Lo llamó y le dijo: ‘¿Es cierto lo que me han dicho de ti? Dame cuenta de tu trabajo, porque en adelante ya no serás administrador’.

Entonces el administrador se puso a pensar: ‘¿Qué voy a hacer ahora que me quitan el trabajo? No tengo fuerzas para trabajar la tierra y me da vergüenza pedir limosna. Ya sé lo que voy a hacer para tener a alguien que me reciba en su casa cuando me despidan’.

Entonces fue llamando uno por uno a los deudores de su amo. Al primero le preguntó: ‘¿Cuánto le debes a mi amo?’ El hombre respondió: ‘Cien barriles de aceite’. El administrador le dijo: ‘Toma tu recibo, date prisa, y haz otro por cincuenta’. Luego preguntó al siguiente: ’Y tú, ¿cuánto debes?’. Éste respondió: ‘Cien sacos de trigo’. El administrador le dijo: ‘Toma tu recibo y haz otro por ochenta’.

El amo tuvo que reconocer que su mal administrador había procedido con habilidad. Pues los que pertenecen a este mundo son más hábiles en sus negocios que los que pertenecen a la luz.

Y yo les digo: Con el dinero, tan lleno de injusticias, gánense amigos que, cuando ustedes mueran, los reciba en el cielo.

El que es fiel en las cosas pequeñas, también es fiel en las grandes; y el que es infiel en las cosas pequeñas, también es infiel en las grandes. Si ustedes no son fieles administradores del dinero, tan lleno de injusticias, ¿quién les confiará los bienes verdaderos? Y si no han sido fieles en lo que no es de ustedes, ¿quién les confiará lo que sí es de ustedes?

No hay servidor que pueda servir a dos amos, pues odiará a uno y amará al otro, o se apegará al primero y despreciará al segundo. En resumen, no pueden ustedes servir a Dios y al dinero”». Palabra del Señor.

INTRODUCCIÓN

Lucas es el evangelista que más insiste en los efectos nefastos del apego a las riquezas, por el riesgo indudable que tienen de convertirse en auténticos "dioses", que terminan por suplantar Dios y al evangelio. A diferencia de las parábolas de la misericordia (Lc 15), dirigidas a los letrados y a los fariseos que murmuraban de él, Jesús dirige esta parábola a sus discípulos, a los que estén dispuestos aceptar su palabra y a seguirle. Más de alguna ocasión me he encontrado en la vida con personas cuyo único motivo para vivir es el conseguir dinero. Cuando hablamos con ellas una y otra vez y de mil formas solapadas aparece siempre el tema de la fortuna material. Son personas donde funciona se podría aplicar aquello que dice “eres lo que tienes”. Bien sabemos que muchas personas son capaces de hacer cualquier cosa por dinero, porque encuentran en él una seguridad que nadie ni nada le puede ofrecer.

Hoy la Palabra de Dios nos habla de un administrador infiel, de un mal administrador. Jesús nos pone este ejemplo no para que sigamos sus pasos de injusta trayectoria. Lo que nos quiere hacer ver es la astucia que pone la gente del mundo en sus negocios e intereses. La dedicación de muchas personas a conseguir bienes materiales muchas veces puede ser un estorbo que nos impida llegar a los bienes de Dios.

No olvidemos esto nunca. Los cristianos tenemos que plantearnos el papel del dinero en nuestra vida. Hay algunos que lo satanizan, otros lo divinizan, pero creo que la cosa no está en lo uno o en lo otro.

Hay que poner el dinero donde debe estar; puede que lo necesitemos en muchos sitios y aspectos de nuestra vida, pero donde seguro que nunca tiene que estar el dinero es en el interior del corazón. Cuando vivimos demasiado apegados a la fortuna material nos podemos olvidar con facilidad de otras fortunas más importantes: el ser hijo/a de Dios; el tener la fe; el luchar por los demás... Ante esto el Evangelio nos da un toque de atención y nos hace preguntar por qué hay tantos cristianos que tienen tan poco entusiasmo en sembrar el Mensaje de Jesús y tanta urgencia para las cosas materiales.

1.- SOMOS ADMINISTRADORES, NO DEBEMOS OLVIDARLO

Todo cuanto poseemos y las personas que tenemos a nuestro alrededor son propiedad de Dios. Decimos con facilidad “mi amigo”, "mi padre", "mi hijo", "mi esposo", "mi esposa"... Más bien tenemos que decir "el padre, el hijo, el esposo y la esposa que Dios me ha prestado..."

Perder de vista al único dueño nos hace caer en estados depresivos cuando llegan los duros momentos de la muerte de nuestros seres queridos. ¿Para qué Dios nos presta a estar personas? Para que juntos podamos hacer nuestro camino hacia Él. De ahí que la familia verdadera de Jesús no es según la carne y la sangre sino desde el Espíritu de Dios. Ver a los demás y lo que poseemos como préstamos de Dios es dejar que sea Él quien nos haga comprender las relaciones humanas a los niveles más profundos.
Con dinero podemos hacer mucho bien o mucho mal, depende el uso que le demos; pero también es cierto que el preciado metal puede meterse en nuestro corazón haciéndonos creer que es lo más importante en la vida. Cuando esto sucede en una persona no significa que tenga dinero, sino que el dinero es quien le tiene bien atrapado.

El administrador del relato evangélico de hoy actuó con astucia y prontitud. La fe tiene que tener elevadas dosis de sentido común y de acciones concretas hacia los demás. No hacen falta buenas intenciones sino buenas acciones. La fe de muchas personas muere porque el aburrimiento y la falta de acción la debilitan en gran manera. El final de la fe comienza cuando se vuelve estéril y cómoda ante la realidad doliente del mundo. Se vuelve insensible y empieza a poner su interés en cosas materiales. Mantenernos cerca del Señor es el mejor antídoto contra el veneno que nos puede inocular el dinero y las riquezas materiales.

2.- EL DINERO PUEDE LLEGAR A SER MUY PELIGROSO

Palabras claras y contundentes, pero también palabras difíciles. Porque, ¿quién de nosotros puede decir con seguridad que está libre de este intento -que Jesucristo descalifica como imposible- de servir a la vez a Dios y al dinero? Ciertamente, hay muchos grados -del más al menos- en este intento de trampear el no quedar mal con Dios pero al mismo tiempo de conseguir cuanto más dinero sea posible. Para conseguir más dinero se cometen injusticias, se hace la vista gorda ante muchos aspectos de las relaciones comerciales, de negocios, de trabajo. Es aquello que decía un empresario brasileño: las leyes de la economía obligan a preocuparse más del dinero que de los hombres. Y ello es triste realidad tanto en el nivel de la economía mundial y de las grandes empresas, como en el nivel más cercano a la mayoría de nosotros del comprar y vender, del trabajar más o menos, del pagar más o menos, del vivir como si el supremo valor fuera el dinero.

Y ello, debemos decirlo con toda claridad -como con toda claridad lo decía Jesucristo-, es un mal. Nadie quiere ser esclavo de nadie, pero fácilmente caemos en la tentación de ser esclavos del dinero. Y ello es posiblemente el mayor mal de esta sociedad. Un mal que nos hace daño a todos, que nos impide vivir como hombres y mujeres libres, valorar mucho más el amor, la convivencia pacífica, el entendimiento y la ayuda de unos con otros, que no esta lucha por tener cada vez más, mientras otros tienen cada vez menos.

La gran lección de Jesús es decirnos que el dinero -aunque sea necesario para vivir- siempre incluye el peligro de esclavizar, de hacernos egoístas, de cerrarnos a los demás, de obsesionarnos.

Por eso Jesucristo piensa y dice que los pobres -porque de hecho no están esclavizados por el "dios" dinero- están mucho más cerca del Reino de Dios, que no los ricos, que -por más buena voluntad que tengan- siempre están mucho más cerca de caer en la tentación de dejarse dominar por el "dios" dinero. Y esto, permitid que lo recuerde, no lo digo yo: lo dice Jesús.

3.- DOS IDEAS MUY CLARAS QUE JESÚS NOS PROPONE

a).- Cuando Jesús habla de asegurarnos nuestro futuro: se refiere al futuro del cielo. Tenemos que ser como aquel hombre de la parábola que se las ingenia para tener el futuro asegurado. Así nosotros. Tenemos que hacer lo que sea para que el día de mañana tengamos el cielo lo más asegurado posible. Y el cielo no se consigue con mentiras, engaños y estafas. Ni atesorando dinero y bienes aquí en la tierra, que no sirven para nada en la otra. Tenemos que ser buenos administradores del tiempo y las posibilidades que Dios nos ha dado en esta vida, para ser merecedores el día de mañana de estar con Dios en el cielo.

b).- Jesús nos pide que seamos sagaces, listos y precavidos, para movernos como cristianos en nuestro mundo.

El personaje del Evangelio hace servir su agudeza, su ingenio, para asegurarse su futuro. Los cristianos tenemos que ser ingeniosos, agudos para movernos en este mundo y no caer en el pesimismo. Como dicen algunos: como este mundo es tan complicado, y está tan apartado de Dios no vale la pena que hagamos nada. Porque no conseguiremos nada. Exprimamos nuestro ingenio, pensemos como funciona este mundo para saber cómo debemos llevar hoy en día el Evangelio para que dé frutos.

Un día, tarde o temprano, el Señor nos preguntará: ¿qué es eso que me cuentan de ti? ¿En qué has invertido y aprovechado tanto y cuanto puse en tu camino? No podemos correr el riesgo de sentirnos potentados absolutos. Como muchos administradores que, a la corta o la larga, dejarán detrás de sí una estela de generosidad o de tacañería, un camino marcado por el desprendimiento o por la ansiedad en el acaparar.

A MODO DE CONCLUSIÓN

Una nueva imaginación de la caridad y de la justicia. El gran pecado es no saber "compartir". Hace falta una nueva imaginación de la caridad, que debe partir siempre de la justicia.

Mohamed Yunus, premio Nóbel de la Paz 2006, llamado "El banquero de los pobres", ha declarado que "la paz está amenazada por la injusticia del sistema económico, social y político, por la ausencia de democracia y por las violaciones de los derechos humanos. Se puede decir más alto, pero no más claro: la paz se consigue combatiendo la pobreza y favoreciendo la justicia. El sí ha tenido imaginación. Es el fundador del Banco Grameen, que se dedica a dar micro-créditos a los bangladesís más pobres, aquellos que no pueden acceder a ningún tipo de crédito, pues carecen de todo. No se les pide ningún aval, como hacen los demás bancos y la restitución del crédito es cuestión de un código de honor, según palabras del propio Yunus. Estos micro-créditos permiten el autoempleo y aliviar su situación de miseria. Es una manera de luchar contra la pobreza de manera efectiva y más allá de las buenas palabras.

También fue claro al decir que la pobreza existe porque queremos que exista, pues hacemos muy poco por combatirla. Y puso el ejemplo de que si el hombre quiso llegar a la luna y lo consiguió, seguro que acabaría con la pobreza si se lo propusiera. Es una pena que para algunas cosas pongamos todo nuestro empeño, pero para otras seamos tan perezosos.....

Y es que la solidaridad comienza en nuestra cabeza y en nuestro corazón. Por lo menos, no colaboremos a la injusticia. Es sangrante ver cómo muchos de los que nos llamamos cristianos "regateamos" a la hora de pagar un salario justo a las personas que cuidan de nuestros mayores o realizan servicios que nosotros no queremos realizar. Jesús nos invita a ser honrado en lo menudo, en nuestros pequeños asuntos. Construir un mundo más justo no es un sueño imposible. Comenzar a soñar es comenzar a cambiar. ¡Ánimo!


Mons. Ramón Castro Castro
XIII Obispo de Campeche
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