jueves, 5 de agosto de 2010

LOS MÁS GRAVES DELITOS




Artículo escrito por:
+ Mons. Felipe Arizmendi Esquivel
Obispo de san Cristóbal de las Casas

Fuente: http://www.diocesisancristobal.com.mx




4 de Agosto de 2010


VER

¡Cuán insensata es la ignorancia, cuando se vanagloría emitiendo opiniones sobre asuntos que no conoce y juzgando hechos fuera de contexto! Es lo que manifiesta una articulista, quien denuesta al portavoz del Vaticano e ironiza sobre su moralidad, porque, según ella, “acaba de codificar en el mismo nivel de ‘delito grave’ el abuso sexual a menores y a discapacitados, la pornografía infantil y el intento de ordenación de una mujer”.

La Congregación para la Doctrina de la Fe, que no es lo mismo que El Vaticano, ni el portavoz de la Santa Sede, acaba de publicar unas normas que actualizan las emitidas por el Papa Juan Pablo II en el año 2001, para juzgar, y en su caso penalizar debidamente, los más graves delitos contra la fe y contra los sacramentos de la Eucaristía, la Penitencia y el Orden Sacerdotal, así como los abusos sexuales por parte de miembros del clero respecto a menores. No son lo mismo estos crímenes execrables, que el intento de ordenar como sacerdote a una mujer. No están en el mismo nivel. La confusión de la articulista es porque la enumeración de estos delitos está en un mismo documento, destinado a defender la santidad de los sacramentos. ¡Si conociera el texto original, quizá matizaría su opinión!

JUZGAR

Enumero algunos de esos delitos:

Delitos contra la fe: herejía, cisma y apostasía. Pena: excomunión automática.

Delitos más graves contra la Eucaristía: Profanar, llevarse o retener, con finalidad sacrílega, las especies consagradas. Simular la acción litúrgica de la Misa. Admitir a concelebrar la Misa a ministros protestantes. Consagrar sólo pan o sólo vino, con fines sacrílegos, dentro o fuera de la Misa. Pena: castigo según la gravedad, sin excluir la dimisión del ministerio presbiteral.

Delitos más graves contra el sacramento de la Penitencia: La violación del sigilo sacramental. La solicitación, durante la confesión, a pecar sexualmente con el mismo confesor, o la absolución por parte de éste de su cómplice en un pecado sexual. La simulación de la absolución sacramental y la escucha prohibida de la confesión. La grabación o difusión de las cosas dichas por el confesor o por el penitente en la confesión. Pena: castigo según la gravedad, sin excluir la dimisión del estado clerical.

Delito más grave contra el sacramento del Orden: Atentar ordenar a una mujer como sacerdote. Pena: excomunión automática para el ministro y para la mujer. El ministro puede ser excluido del ministerio.

Delitos más graves contra la moral: El abuso sexual, cometido por un clérigo, de un menor de 18 años, o de quien tiene un uso imperfecto de la razón. La adquisición, retención o divulgación, con un fin libidinoso, de imágenes pornográficas de menores de 14 años, por parte de un clérigo. Pena: castigo según la gravedad del crimen, sin excluir su dimisión.

Estos delitos prescriben a los 20 años, prescripción que empieza a correr, en el caso de abuso a menores, a partir del día en que el menor cumple 18 años.

No tienen el mismo nivel la ordenación de una mujer, que los abusos sexuales contra menores. Aquella tiene como pena sólo la excomunión, que implica no poder recibir los sacramentos de la confesión y comunión. En cambio, los abusos sexuales se castigan según la gravedad del crimen, lo cual incluye las penas de los códigos civiles, que aquí no se enumeran, porque ésta es una normativa canónica, no civil, y los códigos varían según países.

ACTUAR

Los sacramentos son los signos salvíficos que Jesús dejó a su Iglesia, y que debemos cuidar y proteger con esmero y responsabilidad, por la vida divina que contienen. Desde la familia y la catequesis, hemos de inculcar la debida reverencia y el delicado respeto que merecen. Si alguien no les da la importancia adecuada y abusa de ellos, merece una amonestación, un castigo conveniente e impedirle que los use con fines indignos. Eso es lo que la Iglesia siempre ha hecho; ahora sólo actualiza este cuidado, por la degradación moral que nos ha invadido, con pretexto de modernidad y libertad.

Seamos ejemplo de respeto sagrado a la fe, a la Eucaristía, a la Penitencia, al sacramento del Orden y al celibato.

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