miércoles, 2 de junio de 2010

HOMILÍA DE MONS. RAMÓN CASTRO CASTRO


DOMINGO DE LA SANTÍSIMA TRINIDAD
30 de mayo de 2010

Del Evangelio según san Juan 16, 12-15:

«En aquel tiempo, Jesús dijo a sus discípulos: “Aún tengo muchas cosas que decirles, pero todavía no las pueden comprender. Pero cuando venga el Espíritu de la verdad, él los irá guiando hasta la verdad plena, porque no hablará por su cuenta, sino que dirá lo que haya oído y les anunciará las cosas que van a suceder. El me glorificará, porque primero recibirá de mí lo que les vaya comunicando. Todo lo que tiene el Padre es mío. Por eso he dicho que tomará de lo mío y se lo comunicará a ustedes"». Palabra del Señor.

INTRODUCCIÓN

Cuando un recién nacido aparece en una familia, al principio siente a su alrededor un afecto y una ternura difusos. Poco a poco va poniendo nombre a este amor que le rodea: papá, mamá, los nombres de sus hermanos y hermanas. Los creyentes seguimos un camino idéntico. Nos sentimos rodeados de un amor y de una ternura difusa y anónima. Poco a poco discernimos los rostros de este amor y balbuceamos los hombres del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo. Es precisamente el misterio de la Santísima Trinidad. Un amor tan rico que nunca se terminará de conocer y de experimentar.

El descubrimiento de que Dios es Padre, Hijo y Espíritu no fue el fruto de un razonamiento, sino de la experiencia histórica y progresiva que, bajo la presión de los acontecimientos, hicieron los apóstoles y los primeros cristianos. Este descubrimiento lo sigue explorando metódicamente cada generación de creyentes. Antiguamente se utilizaba la expresión “un solo Dios en tres personas”. Se quería significar con ello que Dios escapa a toda definición, que está más allá de cualquier matemática y por encima del singular y del plural, del masculino y del femenino.

1.- ADMIRABLE MISTERIO

La oración colecta describe así el itinerario de la salvación: «Dios, Padre todopoderoso, que has enviado al mundo la Palabra de la verdad y el Espíritu de la santificación para revelar a los hombres tu admirable misterio». La petición es esta: «concédenos profesar la fe verdadera, conocer la gloria de la eterna Trinidad y adorar su unidad todopoderosa».

Sitúese hoy la meditación ante el misterio. Misterio implica las intervenciones de Dios en la instauración de su reino, su sabiduría escondida pero manifestada en Cristo. Misterio revelado que es la amistad de Dios comunicándonos su intimidad. Por ello adoramos el misterio y lo sentimos vivo en nosotros, hechos hijos de Dios en el bautismo que recibimos en el nombre del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo. La Iglesia, en efecto, ha conocido la Trinidad a través de la economía de la salvación. Por la revelación clarísima del mismo Cristo que transparentaba en su vida la vivencia de esta realidad. Este misterio es una llamada a los hombres para participar en él.

Se lee en el catecismo del episcopado francés: «El Dios Trinidad se revela para comunicarse. Dios nos introduce en su propia vida de comunión. El amor es la razón esencial y el cumplimiento total de nuestra existencia humana. Así es la salvación. Dios Padre engendra a su Hijo que, tomando carne de la Virgen María, le permite darse hijos; envía también el Espíritu de amor para hacernos vivir su propia vida. Por el bautismo, en el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo, devenimos hijos adoptivos del Padre (cf. Rm 8,1 S), hermanos del Hijo (cf. Rm 8, 29) y templos del Espíritu Santo (cf.1 Co 6,19). Lo que vale para cada uno de nosotros vale para la Iglesia entera, «pueblo que saca su unidad de la unidad del Padre, y del Hijo y del Espíritu Santo» (LG 4, citando a san Cipriano). Por esta razón la liturgia hacer remontar la plegaria al Padre, por el Hijo en el Espíritu».

2.- UNA “LUZ” DENTRO DEL MISTERIO DE LA SANTÍSIMA TRINIDAD

Un misterio será siempre un misterio, pero podemos contar con un elemento revelado por la misma Sagrada Escritura en el Evangelio de San Juan: “Dios es Amor”. Y si Dios es amor entonces el Misterio de la Trinidad es un Misterio de Amor. Existe un Padre y existe un Hijo. Son vocablos familiares a nuestra realidad existencial. El Papa Juan Pablo II en un discurso utilizó una idea muy significativa al respecto: “Dios no es soledad, es una familia”. Bien sabemos que el lenguaje humano es imperfecto, limitado y encuentra dificultad al manifestar realidades trascendentales, particularmente la Trinidad: sin embargo tomando en consideración cuenta hemos dicho anteriormente, podemos deducir que en Dios el Padre ama al Hijo y a su vez Éste ama al Padre.

En Dios, esta doble corriente de amor se concretiza y se hace una realidad en una Persona: El Espíritu Santo. Así pues, el Espíritu Santo es el amor recíproco del Padre y del Hijo transformado en una Persona. Uno de los primeros pensadores cristianos ha utilizado una imagen insólita pero muy significativa de esta Tercera Persona llamándolo: “El beso que se intercambian el Padre y el Hijo”.

Obviamente éste y tantos otros intentos que se atreven a tratar el misterio no son más que pobres tentativos que al máximo pueden resultar bellos pero incapaces de describir con palabras humanas el Misterio insondable de Dios, pero una cosa es verdad, nos hacen reflexionar y nos iluminan.

3. – LA HISTORIA DE LA REVELACIÓN DEL NOMBRE DE DIOS, UNO Y TRINO

Cuando escuchamos el nombre de una persona por primera vez, no es más que eso, un nombre. Pero en la medida en que se conoce y se convive con esa persona, el nombre se transforma en la síntesis de la persona. Así, cuanto mayor es la convivencia con ella, tanto mayor será el significado y el valor de su nombre. Por ello nos conviene en esta oportunidad en la cual reflexionamos sobre la Trinidad recordar el “nombre” de Dios y la carga de significa que ella lleva en si misma, fruto de una convivencia de Dios con su Pueblo. En la Sagrada Escritura Dios recibe muchos nombres y muchos títulos que manifiestas cuanto ÉL significa o puede significar para nosotros. EL nombre propio de Dios es YHWH.

a).- YHWH, Dios UNO en medio de su Pueblo. Dios dijo a Moisés: “Ve a liberar mi pueblo” (Es 3,10). Moisés tenía miedo y se justificaba fingiendo razones de humildad. Dios responde “Ve, yo estaré contigo”. Dios responde reafirmando simplemente “Yo soy el que soy”. Dirás a mi Pueblo: “YO SOY me ha enviado” Y finaliza concluyendo: “Este es mi nombre por siempre: este es el título con el cual habré de ser recordado de generación en generación”.

Se trata de un texto breve pero de gran densidad teológica en la cual se pone de manifiesto la convicción mas profunda de la fe del pueblo de Dios: Dios esta con nosotros. Su presencia es intima, amiga, liberadora. Todo esto se resumen en las cuatro letras de YHWH (pronunciado sería YAHWHE). ÉL esta en medio de nosotros. Es la misma certeza que Jesús comunica a sus discípulos en la promesa final: “Estaré con Uds. Todos los días, hasta el final de los tiempos” (Mt 28,20). La Biblia puede ser origen de dudas para muchos, pero una cosa es segura para todos: el Nombre de Dios, es decir de la presencia de Dios en medio de nosotros, realidad que se manifiesta en su mismo nombre: YAHWHE: “Él en medio de nosotros”. El nombre de Yahwhe ¡Aparece más de 7000 ocasiones solamente en el Antiguo Testamento!

b. – ADONAI. Los siglos posteriores al exilio del pueblo judío en Babilonia se vieron inmersos en un fundamentalismo, un moralismo y un fuerte ritualismo que llevaron, poco a poco, a transformar el rostro amigo, presente y amado de Dios en una figura rígida, exigente y severa. Hecho que permitió que naciera y creciera un cierto temor y distancia entre Dios y su pueblo. Así, en los últimos siglos antes de Cristo, el nombre YHWH no se podía ya pronunciar. En su lugar, se decía Adonai, traducido luego come Kyrios, que significa Señor. La religión estructurada en la observancia de las leyes, el culto centrado en el templo de Jerusalén y la estreches de pensamiento en la pureza de la raza, crearon una nueva esclavitud que sofocaba la experiencia mística e impedía el contacto con el Dios vivo. El Nombre que debía ser un vidrio transparente para revelar la Buena Noticia del rostro amigo y atrayente de Dios, se transformó en un espejo que mostraba solo su propia imagen, es decir un engaño de auto-contemplación. Ya no bebían directamente de la fuente, sino del agua embotellada de los doctores de la Ley (Hasta hoy mucha gente todavía sigue bebiendo agua de depósito y no de la fuente).

c).- ¡ABBÁ, PADRE!. Jesús nos enseña que Dios es Padre. Con su muerte y resurrección hizo desaparecer las tinieblas y cerrazones. En el día de Pentecostés Pedro terminó en su primer gran predicación concluía: “Que todo el Pueblo sepa que Dios ha constituido Jesucristo como Señor”. Jesús muerto y resucitado, es la revelación de Dios, el mismo de siempre, y sigue siendo Yhwh, una presencia intima, amiga y liberadora en medio de su pueblo, vencedor de todas las barreras y obstáculos incluso de la propia muerte. A partir de Jesús y en Jesús, el Dios de nuestros padres, que parecía tan distante y severa, recuperó los rasgos de un padre bueno, lleno de ternura... ¡Abbá!.

Para nosotros los cristianos, algo realmente fundamental no es confesar que Jesús es Dios, sino ¡dar testimonio que dios es Jesús! Que dios se hace conocer en Jesús. Cristo es la llave para una nueva lectura del antiguo testamento. Él es el nuevo nombre de Dios.

4.- A MODO DE CONCLUSIÓN

Les presento estos pensamientos para una reflexión final: Al hacer la señal de la cruz pronunciamos el nombre de las tres personas de la Trinidad, "En el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo" Es costumbre repetir frecuentemente estas palabras, principalmente al principio y al fin de nuestras acciones.

Cada vez que hacemos la Señal de la Cruz sobre nuestro cuerpo, recordamos el misterio de la Santísima Trinidad. --- En el nombre del Padre: Ponemos la mano sobre la frente, señalando el cerebro que controla todo nuestro cuerpo, recordando en forma simbólica que Dios es la fuente de nuestra vida. ---...y del Hijo: Colocamos la mano en el pecho, donde está el corazón, que simboliza al amor. Recordamos con ello que por amor a los hombres, Jesucristo se encarnó, murió y resucitó para librarnos del pecado y llevarnos a la vida eterna. ---...Y del Espíritu Santo: Colocamos la mano en el hombre izquierdo y luego en el derecho, recordando que el Espíritu Santo nos ayuda a cargar con el peso de nuestra vida, el que nos ilumina y nos da la energía para vivir de acuerdo a los mandatos de Jesucristo.

Al hacer la señal de la cruz manifestamos que Dios es comunidad de amor y que nos ama personalmente a cada uno de nosotros. Esto es lo que tenemos que anunciar a todos, sabiendo que Dios está con nosotros hasta el final de los tiempos.


a).- “El misterio no es una muralla, sino un horizonte. El misterio no es una mortificación de la inteligencia, sino un ESPACIO INMENSO que Dios nos ofrece para saciar nuestra sed de la verdad” (A. De Saint-Exupéry).

b).- Decía un musulmán: “Dios, para nosotros, es UNO; como podría tener un Hijo? Respondió un cristiano: “Dios, para nosotros, ES AMOR ¿Cómo podría permanecer solo? ¡Ánimo!

Mons. Ramón Castro Castro
XIII Obispo de Campeche

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