lunes, 19 de julio de 2010

¿RELIGIÓN O MAGIA? ¿DEPENDENCIA O DOMINIO?

Escrito por: Pbro. Fabricio Seleno Calderón Canabal


He recibido un E-mail de un joven que me pregunta acerca de lo que piensa la Iglesia respecto a la magia, la adivinación, las limpias, etc. Me dice que su inquietud nace por la noticia publicada en varios medios impresos sobre un caso sucedido en Escárcega a fines del pasado mes de Junio, donde unos falsos curanderos engañaron a varias personas.

Me envió además el recorte de la nota del periódico escaneado. “Curanderos limpian a ingenuos”, tituló el Novedades en su edición del 1 de Julio, donde informa que dos presuntos curanderos resultaron ser timadores, pues «por leer las cartas cobraban 200 pesos», mientras que «un ganadero les pagó 30 mil pesos por sanarlo y a una mujer le sacaron 10 mil pesos por liberarla de sus males».

Hay que empezar remarcando que existe una gran diferencia entre la religión y la magia (o cualquier otra forma de superstición); ya que mientras a través de la virtud de la Religión, el hombre entre en relación de dependencia con lo sagrado, con Dios; una relación de dependencia en el amor y la amistad, como la relación de dependencia de un niño recién nacido con sus padres; a través de la Magia, el hombre pretende dominar lo sagrado, dominar a Dios. Por lo tanto son dos actitudes diferentes las que se asumen

Si bien es cierto que Dios puede revelar el porvenir a sus profetas o a algún santo, enseña el Catecismo de la Iglesia Católica (Catic) que «la actitud cristiana justa consiste en entregarse con confianza en las manos de la Providencia de Dios en lo que se refiere al futuro y en abandonar toda curiosidad malsana al respecto» (Catic 2115).

Por lo tanto, es necesario tener en cuenta lo siguiente:

1.- Nadie puede conocer el futuro, ni puede tener algún nexo o relación con el más allá, ni puede mucho menos, modificar la realidad con ritos extraños; la realidad que nos ha tocado vivir hay que aceptarla y transformarla con nuestro propio esfuerzo personal. Quien promete cambiar súbita y milagrosamente la realidad lo hace buscando otros fines (como el dinero, por ejemplo) y engaña a los demás.

Por tanto, todas estas prácticas de adivinación deben ser rechazadas por quien busca acercarse y amar a Dios: el recurso a Satán o a los demonios, la evocación de los muertos, y otras prácticas que erróneamente se supone ayudan a conocer el porvenir.

2.- Contrario a lo que se piensa, estas situaciones no tienen su raíz en ambientes de pobreza cultural y de atraso socioeconómico, sino en ambientes donde se vive con una pobreza de una fe auténtica, donde sienta sus raíces el miedo y donde se cultiva un superficial y falso estilo de vida cristiana, o en los ambientes donde el único Dios reconocido y adorado es el dinero, el poder, el bienestar, la apariencia, el vivir sin problemas, o el endilgarle a los demás la causa de nuestros problemas.

3.- Si algún fiel católico experimenta fenómenos extraños en su casa, en su familia o en su persona, es inútil que acuda a los charlatanes y falsos curanderos, que prometen bajarles el cielo y las estrellas. Esa nunca será la solución adecuada. La única solución es una firme y permanente adhesión a Jesucristo, llevando una vida en la gracia, es decir, evitando el pecado; así como la participación convencida y frecuente en los sacramentos: La misa diaria, o por lo menos dominical, así como la confesión; también en estos casos es de mucha ayuda la oración sincera, aquella que brota del fondo del corazón. Esta es la mejor defensa ante cualquier mal oculto.

4.- En presencia de algún problema de este tipo, es bueno acercarse al sacerdote de tu comunidad o al que le tengas confianza para comentarle lo que está sucediendo; él sabrá escucharte y conducirte ante el exorcista autorizado por el Obispo, el cual siempre es un sacerdote.

5.- El recurrir a la magia, ocultismo, cartomancia, hechizos, etc. Constituye siempre un GRAVE PECADO de superstición e idolatría, aún el sólo hecho de hacerse leer las cartas. Recurrir con frecuencia a estas prácticas expone a la persona a entrar en contacto con el maligno.


La consulta a los horóscopos, la astrología, la quiromancia, la interpretación de presagios y de suertes, los fenómenos de visión, el recurso a médiums, encierran una voluntad de poder sobre el tiempo, la historia y también sobre el ser humano, «a la vez que un deseo de granjearse la protección de poderes ocultos» (Catic 2116).


La Iglesia, como buena madre y maestra, enseña y advierte a los fieles católicos que se abstengan de estas prácticas, porque además de ponerse en riesgo de entrar en contacto con el maligno, también están en contradicción al amor y al respeto que le debemos a nuestro Buen padre Dios.

Todas estas prácticas, además, se oponen al primer mandamiento del decálogo, que nos invita a amar a Dios «con todo tu corazón, con toda tu alma y con todas tus fuerzas».
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