Artículo escrito por:
+ Mons. Felipe Arizmendi Esquivel
Obispo de san Cristóbal de las Casas
JÓVENES DESVENCIJADOS
21 de Julio de 2010
VER
Un adolescente de trece años se quitó la vida en nuestra ciudad. Durante las visitas pastorales que estamos haciendo a las parroquias, los jóvenes nos comparten que se sienten desajustados, descontrolados, incomprendidos, sin opciones claras, expuestos a que cualquiera los lleve de una parte a otra y los convenza para involucrarse en actividades ilícitas.
Les afecta el alcoholismo de sus padres, la falta de diálogo familiar, la violencia dentro del hogar, la carencia de oportunidades para estudiar y trabajar, el descontrol sexual y la prostitución, la tentación de la droga. Algunos políticos oportunistas los compran para sus campañas. Las distancias generacionales son abismales; no se entienden con sus padres, menos con sus abuelos. Las prácticas religiosas les son poco atractivas. Los antitestimonios clericales les alejan de la Iglesia. La migración, por estudios o por trabajo, los transforma; cuando regresan a su lugar de origen, ya no son los mismos y se sienten fuera de lugar.
JUZGAR
Dijo el Papa Benedicto XVI a quienes preparan la Jornada Mundial de la Juventud, para agosto de 2011: “Que los jóvenes se dejen conquistar por el amor de Cristo Jesús, el Hijo de Dios y de María, el amigo fiel, el vencedor del pecado y de la muerte. Quien confía en El, jamás quedará defraudado, sino que halla la fuerza necesaria para elegir el camino justo en la vida” (2-VII-2010).
En efecto, cuando los jóvenes descubren a Cristo, se vida se ilumina y encuentra sentido. Lo perciben cercano, humano, comprensivo, y al mismo tiempo divino, sabio, poderoso y capaz de orientar su existencia. Son capaces de apasionarse por El y consagrarle su vida. El reto, por tanto, es iniciarles y acompañarles en el encuentro con Cristo vivo: en su Palabra, en los sacramentos, sobre todo en la Eucaristía, e inequívocamente en los pobres.
Hace años, en una visita pastoral, me expresaron los jóvenes: “Dígales a los sacerdotes y a las religiosas que ya nos pongan tantas dinámicas para entretenernos; que nos hablen más de Jesucristo”. He ahí la clave. Es necesario el análisis de la realidad; son buenas las dinámicas para profundizar en su interior y socializar más; pero ellos tienen hambre de Alguien que les llene el vacío interior, que les dé esperanza ante tantos problemas, que les señale el camino cierto y duradero; y eso sólo se los puede dar Jesús.
Precisamente por eso, insistimos en Aparecida: “Proponer a los jóvenes el encuentro con Jesucristo vivo y su seguimiento en la Iglesia, a la luz del Plan de Dios, que les garantiza la realización plena de su dignidad de ser humano, les impulsa a formar su personalidad y les propone una opción vocacional específica: el sacerdocio, la vida consagrada o el matrimonio. Durante el proceso de acompañamiento vocacional se irá introduciendo gradualmente a los jóvenes en la oración personal y la lectio divina, la frecuencia de los sacramentos de la Eucaristía y la Reconciliación, la dirección espiritual y el apostolado” (446).
ACTUAR
También en Aparecida, invitamos a “renovar, en estrecha unión con la familia, de manera eficaz y realista, la opción preferencial por los jóvenes, en continuidad con las Conferencias Generales anteriores, dando nuevo impulso a la Pastoral de Juventud en las comunidades eclesiales (diócesis, parroquias, movimientos, etc.) (446). Podría ser un tema de próximas asambleas.
Hay que pasar de lamentos y críticas a los jóvenes, a dedicarles tiempo y ofrecerles alternativas: grupos, coros, estudio de la Biblia, tiempos de oración, campos misioneros, acciones sociales como recoger basura, sembrar árboles, visitar ancianos, etc. Acompañar a los padres de familia con pláticas sobre cómo comprender a sus hijos, cómo relacionarse con ellos, cómo orientarles para una libertad responsable. La Misión Jesuita de Bachajón invitó a los jóvenes a ser proclamadores en tseltal de las lecturas bíblicas dominicales en sus poblaciones, y son cientos los que cada ocho días dan este servicio, que les alimenta con la Palabra de Dios, la oración y la celebración inculturada. Es un buen camino a imitar.
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