Escrito por: Pbro. Glenm Gómez Álvarez
Llegó el día por tantos anhelado. Ante más de 90 mil espectadores y millones de televidentes en todo el orbe, el pasado viernes 11 de junio, dio inicio la XXIX Copa Mundial de fútbol Sudáfrica 2010.
En el caso del país anfitrión, se abren una serie de posibilidades y beneficios económicos. Sin embargo, no todo es dinero pues, la Iglesia católica en Sudáfrica, a pesar de ser minoría (8% de la población), ha sabido aprovechar esta circunstancia para promover su trabajo y difundir las acciones que realiza, especialmente, con los más pobres.
Descubrir y adaptar
A tono con los tiempos modernos y con el reto, siempre presente, de anunciar la Buena Nueva a todos, el periodista francés Antoine Soubrier, quien trabaja al servicio de la Conferencia de los Obispos de África Austral (Sudáfrica, Botsuana y Suazilandia) lanzó, desde hace más de dos años, una página Web para acoger y guiar, efectivamente, a los aficionados de los equipos de fútbol.
Así, www.churchontheball.com., presenta algunos temas como la Iglesia y el deporte, el tráfico de mujeres y niños, el sida, la familia y otros tópicos, a veces ignorados por la prensa comercial, pero de gran actualidad e importancia para quienes participan, como actores o espectadores, en esta gesta deportiva.
Sin empacho alguno, la Iglesia en Sudáfrica se presenta como un ejemplo de comunidad viva, sensible y actualizada.
Al mismo tiempo, entre muchas iniciativas, algunas parroquias se encargaron de distribuir en los distintos hoteles información básica para los visitantes, por lo general, cargadas de un espíritu de acogida y fraternidad: “Únase a nosotros en el Salón Parroquial el 11 de junio de 2010 (…) disfrute la ceremonia inaugural entre los Bafana Bafana y México en la pantalla grande. Las puertas se abrirán a las 15:00 y los refrescos estarán a la venta. Traiga a su familia y amigos…”
Luz del mundo y sal de la tierra
Cuando descubro este tipo de iniciativas, me siento orgulloso de pertenecer a una Iglesia que arriesga, que es capaz de testimoniar la esperanza y, con seriedad y responsabilidad, asume nuevos retos. Una Iglesia que no se reprime para proponer el valor trascendente de la persona, al contrario, lo ofrece con ilusión y alegría a todos.
Sin duda, como enseña el Concilio Vaticano II, las energías que la Iglesia puede comunicar a la actual sociedad humana radican en esa fe y en esa caridad aplicadas a la vida práctica.
Esta es la Iglesia que está al servicio del hombre, que se siente inserta y parte de los procesos históricos y que, justo por estas convicciones, quiere poner en práctica uno de sus anhelos mayores, a saber, sentirse “íntima y realmente solidaria del genero humano y de su historia”.
En el caso del país anfitrión, se abren una serie de posibilidades y beneficios económicos. Sin embargo, no todo es dinero pues, la Iglesia católica en Sudáfrica, a pesar de ser minoría (8% de la población), ha sabido aprovechar esta circunstancia para promover su trabajo y difundir las acciones que realiza, especialmente, con los más pobres.
Descubrir y adaptar
A tono con los tiempos modernos y con el reto, siempre presente, de anunciar la Buena Nueva a todos, el periodista francés Antoine Soubrier, quien trabaja al servicio de la Conferencia de los Obispos de África Austral (Sudáfrica, Botsuana y Suazilandia) lanzó, desde hace más de dos años, una página Web para acoger y guiar, efectivamente, a los aficionados de los equipos de fútbol.
Así, www.churchontheball.com., presenta algunos temas como la Iglesia y el deporte, el tráfico de mujeres y niños, el sida, la familia y otros tópicos, a veces ignorados por la prensa comercial, pero de gran actualidad e importancia para quienes participan, como actores o espectadores, en esta gesta deportiva.
Sin empacho alguno, la Iglesia en Sudáfrica se presenta como un ejemplo de comunidad viva, sensible y actualizada.
Al mismo tiempo, entre muchas iniciativas, algunas parroquias se encargaron de distribuir en los distintos hoteles información básica para los visitantes, por lo general, cargadas de un espíritu de acogida y fraternidad: “Únase a nosotros en el Salón Parroquial el 11 de junio de 2010 (…) disfrute la ceremonia inaugural entre los Bafana Bafana y México en la pantalla grande. Las puertas se abrirán a las 15:00 y los refrescos estarán a la venta. Traiga a su familia y amigos…”
Luz del mundo y sal de la tierra
Cuando descubro este tipo de iniciativas, me siento orgulloso de pertenecer a una Iglesia que arriesga, que es capaz de testimoniar la esperanza y, con seriedad y responsabilidad, asume nuevos retos. Una Iglesia que no se reprime para proponer el valor trascendente de la persona, al contrario, lo ofrece con ilusión y alegría a todos.
Sin duda, como enseña el Concilio Vaticano II, las energías que la Iglesia puede comunicar a la actual sociedad humana radican en esa fe y en esa caridad aplicadas a la vida práctica.
Esta es la Iglesia que está al servicio del hombre, que se siente inserta y parte de los procesos históricos y que, justo por estas convicciones, quiere poner en práctica uno de sus anhelos mayores, a saber, sentirse “íntima y realmente solidaria del genero humano y de su historia”.
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