sábado, 12 de junio de 2010

DIOS ACTÚA A TRAVÉS LOS SACERDOTES: Benedicto XVI.

Ciudad del Vaticano, 11 de Junio de 2010 (VIS)- Esta soleada mañana, en la Solemnidad del Sagrado Corazón de Jesús, el Papa Benedicto XVI presidió en la Plaza de San Pedro una concelebración eucarística para clausurar el Año Sacerdotal, convocado en el 150 aniversario de la muerte de San Juan María Vianney, "el Santo Cura de Ars".

Junto a los Cardenales y Obispos de la Curia Romana, concelebraron más de 15,000 sacerdotes procedentes de todo el mundo. El Santo Padre consagró el vino utilizando el mismo cáliz de San Juan María Vianney, custodiado en Ars.

En la emotiva y vibrante homilía, el Papa Benedicto XVI afirmó que el motivo de la celebración del Año Sacerdotal ha sido «comprender de nuevo la grandeza y la belleza del ministerio sacerdotal», asegurando que «el sacerdote no es simplemente alguien que detenta un oficio, como aquellos que toda sociedad necesita para que puedan cumplirse en ella ciertas funciones. Por el contrario, el sacerdote hace lo que ningún ser humano puede hacer por sí mismo: pronunciar en nombre de Cristo la palabra de absolución de nuestros pecados, cambiando así, a partir de Dios, la situación de nuestra vida. Pronuncia sobre las ofrendas del pan y el vino las palabras de acción de gracias de Cristo, (...) que abren el mundo a Dios y lo unen a Él. Por tanto, el sacerdocio no es un simple oficio, sino un sacramento».

Benedicto XVI subrayó que «Dios se vale de un hombre con sus limitaciones para estar, a través de él, presente entre los hombres y actuar en su favor. Esta audacia de Dios, que se abandona en las manos de seres humanos; que, aun conociendo nuestras debilidades, considera a los hombres capaces de actuar y presentarse en su lugar, esta audacia de Dios es realmente la mayor grandeza que se oculta en la palabra sacerdocio».

Asimismo, el Pontífice constató que «era de esperar que al ‘enemigo’ no le gustara que el sacerdocio brillara de nuevo; él hubiera preferido verlo desaparecer, para que al fin Dios fuera arrojado del mundo. Y así ha ocurrido que, precisamente en este año de alegría por el sacramento del sacerdocio, han salido a la luz los pecados de los sacerdotes, sobre todo el abuso a los pequeños, en el cual el sacerdocio, que lleva a cabo la solicitud de Dios por el bien del hombre, se convierte en lo contrario».

Ante esta situación, el Papa afirmó: «también nosotros pedimos perdón insistentemente a Dios y a las personas afectadas, mientras prometemos que queremos hacer todo lo posible para que semejante abuso no vuelva a suceder jamás», y se comprometió a «que en la admisión al ministerio sacerdotal y en la formación que prepara al mismo haremos todo lo posible para examinar la autenticidad de la vocación; y que queremos acompañar aún más a los sacerdotes en su camino, para que el Señor los proteja y los custodie en las situaciones dolorosas y en los peligros de la vida».

«Si el Año Sacerdotal hubiera sido una glorificación de nuestros logros humanos personales, habría sido destruido por estos hechos», observó el pontífice y continuó, «pero, para nosotros, se trataba precisamente de lo contrario, de sentirnos agradecidos por el don de Dios, un don que se lleva en "vasijas de barro", y que una y otra vez, a través de toda la debilidad humana, hace visible su amor en el mundo. Así, consideramos lo ocurrido como una tarea de purificación, un quehacer que nos acompaña hacia el futuro y que nos hace reconocer y amar más aún el gran don de Dios. De este modo, el don se convierte en el compromiso de responder al valor y la humildad de Dios con nuestro valor y nuestra humildad».

«Cada cristiano y cada sacerdote deberían transformarse, a partir de Cristo, en fuente que comunica vida a los demás. Deberíamos dar el agua de la vida a un mundo sediento», afirmó el Papa Benedicto XVI y concluyó: «Señor, haz que seamos personas vivas, vivas por tu fuente, y danos ser también nosotros fuente, de manera que podamos dar agua viva a nuestro tiempo. Te agradecemos la gracia del ministerio sacerdotal. Bendícenos y bendice a todos los hombres de este tiempo que están sedientos y buscando».

Fuente: Vatican Information Service (VIS)_____________________________________________________________________